Francisco comenzó contándoles una anécdota que le sucedió en su viaje apostólico a Armenia el pasado mes de junio, donde encontró a una señora de más de 80 años de origen armenio que vivía en Georgia y que había hecho 6 u 8 horas en autobús para cruzar la frontera y llegar a ver al Papa. Y la vio en diferentes lugares del recorrido por el país. El Papa recordó cómo le preguntó por qué hacía tantos esfuerzos a lo que la señora respondió “es la fe”. Francisco elogió la fe simple de esta mujer que “quería ver a Pedro”. “Firmes en la fe –aseguró– es la capacidad de recibir el tesoro de la fe, conservarlo y transmitirlo”. No sólo no olvidarlo sino “hacerlo crecer y darlo a nuestros hijos”.
“Son los abuelos -añadió- los que nos han trasmitido la fe. Y muchos de ustedes que trabajan con los jóvenes, tienen que enseñarles a escuchar a los abuelos. Para recibir aquella agua fresca de la fe, trabajarla, hacerla crecer, no esconderla en un cajón, hay que transmitirla a nuestros hijos”.
En este contexto recordó como el apóstol Pablo explicaba a Timoteo que él recibió la fe de su madre y de su abuela. “Una planta sin raíces no crece, una fe sin raíces de la madre y de la abuela no crece. Pero también una fe que me ha sido dada y yo no la doy a los más pequeños, ‘no crece’”. Así resaltó como las mujeres georgianas “tiene fama de ser mujeres de fe que llevan adelante la Iglesia”.
Más adelante el pontífice se refirió a los momentos “oscuros” en la vida de los consagrados en los que se tienen crisis de fe, “cuando parece que las cosas no van adelante”, en aquel momento –detalló Francisco- “hay que detenerse y hacer memoria”, y pensar cómo fue aquel primer momento en el que el Espíritu Santo “me tocó”, así la fe continuará firme.
El matrimonio es la cosa más bella que Dios ha creado
Francisco habló de la fe firme en el matrimonio, “la cosa más bonita que Dios ha creado”, dijo refiriéndose a las parejas que unió. Francisco respondió al testimonio de Irina, una mujer casada de la iglesia católica georgiana, y habló de las tentaciones, de las incomprensiones y de las peleas del matrimonio, que son “totalmente normales”, pero que muchas veces terminan en un divorcio.
“El divorcio lo pagan las parejas, pero también lo paga Dios porque ensucia su imagen, y también lo pagan los hijos”. Por eso el Santo Padre aconseja que cuando se tengan problemas y tentaciones en la pareja “se pida ayuda”: “la iglesia tiene que ayudar a salvar el matrimonio”, se debe “recibir, acompañar, discernir e integrar”.
“El matrimonio es la cosa más bella que Dios ha creado. La Biblia nos dice que Dios ha creado hombre y mujer, los ha creado a su imagen y semejanza. El hombre y la mujer que se hacen una sola carne son imagen de Dios”, señaló.
El Santo Padre también advirtió sobre las incomprensiones y tentaciones que surgen en el matrimonio, que resultan en considerar “el camino del divorcio”.
“¿Tú sabes quién paga los gastos del divorcio?”, cuestionó, para responder que “dos personas. Los dos y más, y paga Dios, porque cuando se divorcia lo que es una sola carne, ensucia la imagen de Dios”.
“Y pagan los hijos, los niños. Ustedes no saben, queridos hermanos y hermanas, cuanto sufren los niños pequeños cuando ven las peleas y la separación de los padres”, indicó.
El Papa señaló que “se debe hacer de todo para salvar un matrimonio”.
“Pero es normal que en el matrimonio se pelee, sí, es normal. Sucede que vuelan los platos, es normal. Pero si es verdadero amor, se hace la paz inmediatamente”, dijo.
Francisco recordó que él aconseja “a los matrimonios peleen todo lo que quieran, pero no terminen la jornada sin hacer la paz”.
“¿Saben por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es peligrosísima. Cuántos matrimonios se salvan si tienen el coraje de al final de la jornada no hacer un discurso sino una caricia y se hace la paz”, indicó.
El Papa advirtió que “hay situaciones más complejas, cuando el diablo se mezcla y pone una mujer delante del hombre, que le parece más bella que la suya. O cuando pone a un hombre delante de una mujer que la parece mejor que el suyo”.
En esos casos, exhortó, “pidan ayuda inmediatamente cuando viene esta tentación. Pidan ayuda inmediatamente”.
“¿Y cómo se ayudan las parejas? Se ayuda recibiéndolos. La cercanía, el acompañamiento, el discernimiento, la integración en el cuerpo de la Iglesia”, dijo, y subrayó que “en la comunidad católica se debe ayudar a salvar el matrimonio”.
El Santo Padre recordó además que “hay tres palabras de oro en la vida del matrimonio”: ¿puedo?, gracias y perdón.
Francisco denunció también que actualmente “hay una guerra mundial para destruir el matrimonio”.
El Papa advirtió de «un gran enemigo del matrimonio, que es la teoría de los géneros», y advirtió que actualmente “no se destruye con las armas, se destruye con las ideas. Hay una colonización ideológica que destruye. Hay colonizaciones ideológicas que destruyen”.
Por tanto, dijo, los matrimonios deben “defenderse de las colonizaciones ideológicas, si hay problemas hacer la paz lo antes posible, antes de que termine la jornada. Y no olvidar las tres palabras: Permiso, gracias, perdón”.
Por último, el papa Francisco pidió a los miembros de la Iglesia católica que “jamás se peleen” por temas ecuménicos, “dejemos a los teólogos que estudien las cosas abstractas de la teología”. Exhortó a ser “abiertos” con las demás confesiones y a no caer en el “gran pecado del ecumenismo que es el proselitismo”: “No hay que hacer ningún esfuerzo en convertir a nuestros amigos o vecinos ortodoxos”. Y en este sentido explicó el verdadero sentido de la palabra ecumenismo que es “rezar los unos por los toros y hacer obras de caridad juntos”.
Después de más de 45 minutos de discurso sin papeles, el Obispo de Roma pidió a los presentes que no cayeran en la mundanidad.+