Fuente: AICA El obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, volvió a citar testimonios de numerosas mujeres, muchas de ellas adolescentes, que viven intensamente la maternidad a pesar de estar sumidas en condiciones sociales de marginación, en casos donde el consumo del “paco” y la degradación de la prostitución son moneda corriente.
El prelado advirtió que “estas madres embarazadas, en consumo y prostitución permanente, están en una situación de enorme sufrimiento que clama al cielo y creemos que no podemos ser indiferentes”, y consideró que “tendríamos que pensar seriamente, ¿qué atención reciben estas chicas cuando van a los hospitales estando en la calle?, ¿qué seguimiento hay de esos embarazos?, ¿hay lugares de tratamiento a la adicción para las embarazadas con posibilidad de tener hijos con ellas mientras hacen el vía crucis de la recuperación?”
“El atajo para resolver esta situación de inmediato tiene generalmente dos senderos: pensar que ellas son una amenaza para el bebé que nace; entonces, en el mejor de los casos, cuando nace el bebé es urgente quitárselo. O si el aguijón de la muerte llega antes, inducir a la madre a que es mejor abortar ese bebé”, graficó.
Asimismo, llamó a preguntarse: “¿no es mejor pensar que ese hijo es una enorme oportunidad de reconstruir ese tan ansiado sentido de su vida? ¿No sería más serio darnos a repensar un camino de acompañamiento y prevención permanente para estas madres embarazadas que quieren tener a sus hijos aun estando en la calle sumergidas en la adicción? ¿Tendremos el corazón preparado para escuchar su desesperación y descubrir que toda nuestra organización social no sólo es expulsiva en muchos sentidos sino que de a poco se ha transformado en ‘abortiva’?”
“La Iglesia que vibra en su maternidad por estos barrios, no aborta nunca a nadie y ha sabido acompañar y conducir a muchas de estas chicas tan abandonadas pero a la vez tan madres. Es una paradoja más de la historia que las más marginadas sean en muchos casos las que conservan más vivo el sentido de la maternidad, no por la calidad de su cariño o de su entrega seguramente, pero sí por su decisión tan aleccionadora de tenerlos igual”.
Por último, monseñor Lozano destacó que “incluso muchas de ellas logran engancharse definitivamente en la vida a través de ese hijo que todos le aconsejaban abortar. El problema no son los hijos que vienen sino la falta de acompañamiento y de cercanía real de toda la sociedad con sus madres. No nos confundamos: el drama de la vida de estas mujeres no está en tener o en quitarse el bebé ya que la decisión de tenerlo es entrañable e inminente; la agonía de estas chicas y madres transita por la oscura sensación de que no hay nadie para ayudarlas a tener ese bebé y no encuentran un anclaje firme desde donde reconstruir sus vidas”.+