Ciudad de Buenos Aires, 9 ene, Agencia Infancia hoy.- Para los niños toda separación causa dolor y más aún cuando la separación no es de mutuo acuerdo. Seguramente haya sentimientos heridos y resentimiento por parte de la madre o el padre, lo que hace bastante difícil el trámite, que por lo general se convierte en una batalla personal.
Es fundamental que prioricen los intereses de los niños ya que ambos padres son responsables ante la ley del bienestar de ellos. Para un niño el divorcio de sus padres es un golpe muy duro, aun si se hace en los mejores términos, ni que hablar si se convierte en una batalla campal entre ambos y él queda en medio.
Algo que ningún padre debe olvidar es que el divorcio pone fin a su relación de pareja, no al derecho de todo niño a tener un papá y una mamá.
Las naciones firmantes de la Convención sobre los Derechos del Niño, reconocen el derecho de los niños a cuidados y asistencia especiales, sosteniendo que “la familia es el grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y bienestar de todos sus miembros, y en particular de los niños, por lo que debe recibir la protección y asistencia necesaria para asumir esta responsabilidad”.
En sus artículos la Convención recalca que “el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión”.
Más adelante agrega: “Los Estados Partes pondrán el máximo empeño en garantizar el reconocimiento del principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño. Incumbirá a los padres o, en su caso, a los representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación fundamental será el interés superior del niño”.
Obviamente ninguna ley puede obligar a los padres a mantener el vinculo matrimonial, pero el vinculo paterno-filial, o materno- filial no desaparece. Se puede dejar de ser la señora de X, o de ser el esposo de X, pero nunca se puede renunciar a ser padre o madre, o desatender esta responsabilidad.
La Ley Argentina, define en el Código Civil lo que implica la Patria Potestad aclarando, en el Artículo 264, que es el conjunto de deberes y derechos que corresponden a ambos padres sobre las personas y bienes de los hijos para su protección y formación integral, desde la concepción de estos y mientras sean menores de edad (hasta los 21 años), y no se hayan emancipado.
El Artículo 265 añade “los hijos menores están bajo la autoridad y cuidado de sus padres. Tienen estos la obligación y derecho de criar a sus hijos, alimentarlos y educarlos conforma a su condición y fortuna, no sólo con los bienes de los hijos, sino con los suyos propios”.
Si bien es cierto que hay padres que se quejan de que no les permiten ver a sus hijos no convivientes, también es cierto que algunos no cumplen con las visitas en el momento fijado, ambas posiciones lastiman a los niños y salvo situaciones muy especiales no tienen justificación.
Aun cuando uno de los padres haya sido muy herido por el otro, no tiene derecho a pedir que los hijos tomen partido, no debería criticar al otro, ni tratar de ponerlos en su contra. Tampoco es sano convertir al niño en un ‘botín de guerra’, castigando a su ex, no permitiendo que lo vea.
Es muy importante para la salud emocional del niño saber que si ama a uno de sus padres no ‘traiciona’ al otro, sino que tiene derecho a amar a ambos por igual y que ellos lo amarán siempre, sin importar que ya no estén juntos.
¿Por qué llegar a un acuerdo?
Si los padres logran dejar a un lado las diferencias personales y llegar a un acuerdo razonable en lo que respecta a la custodia de los hijos, derechos de visitas, cuota alimentaria y la disposición del hogar conyugal, se evitarán mucho sufrimiento adicional para los hijos y para ellos mismos. Cuando no se logra llegar a un entendimiento, queda en manos del juez la determinación de estas cuestiones, él tiene la obligación de velar por los intereses del niño. Su decisión se basa no solo en el deseo de los padres, sino en lo que beneficiara al niño con la relación que tiene con cada uno de los padres y las posibilidades de cada padre para suministrar lo necesario, material y emocionalmente, para su desarrollo.
Si se otorga la custodia compartida, ambos padres tendrán que acordar las decisiones que tengan que ver con las necesidades básicas del hijo.
Lo importante es que una vez que se haya determinado en la cuestión, ambos padres cumplan con todos los detalles acordados, para evitar conflictos futuros y proteger así a los niños.
¿Cómo ayudar a nuestro hijos a sobrellevar este momento?
La comunicación con los hijos es fundamental, por supuesto ellos no necesitan conocer todos los detalles que condujeron a la separación de sus padres, pero si es necesario que se les explique que esta decisión no cambiará el amor que le tienen.
Hay que tomar muy en cuenta que en la mente de los niños, en particular los más pequeños, surge el temor de que, sí sus padres pudieron dejar de amarse, tal vez mañana dejen de amarlos a ellos.
O tal vez crean que ellos tienen la culpa de que uno de sus padres se haya ido de la casa. Debe dejárseles bien claro que no tuvieron nada que ver con el divorcio y que por lo tanto tampoco pueden hacer nada para revertir la situación.
Es necesario aprender a evitar que los niños estén inmiscuidos en problemas de adultos que no pueden resolver y que perturban notablemente su estado emocional, presentando más tarde problemas en el colegio, en su circulo social o muchas veces enfermando.
Los adultos debemos hacernos cargo de la situación y no dejar de contenerlos, pidiendo ayuda si es necesario. La terapia familiar constituye en estos casos un pilar de ayuda tanto para la pareja que esta terminando con un vínculo y que deberá comenzar a reencontrarse desde otros lugares, como para los hijos que también se enfrentar a una nueva manera de ver y estar con sus padres.
La mejor manera de ayudar a nuestros hijos , es escuchandolos y permitirles que expresen sus sentimientos, corrigiendo los pensamientos errados con mucha paciencia y amor. Puesto que los sentimientos de culpa o frustración por el divorcio de los padres, pueden hacer que los niños pierdan la autoestima. Aún cuando nuestro hijos no son tan niños, necesitan que se les reafirme el amor y las expresiones de aprecio por sus logros y esfuerzos.
Necesitan saber que todo este dolor tiene remedio: el de que sus padres vuelvan a ser felices y por sobre todas las cosas que jamás dejaremos de amarlos y velar por ellos.