El cultivo de vínculos personales significativos y duraderos como punto central de una pastoral familiar, aún en medio de una cultura muchas veces despersonalizante, es la temática que aborda esta editorial que acompaña el relanzamiento del sitio del Secretariado de la Familia.

El vínculo de amor esponsal entre varón y mujer es la reflexión principal de esta primera entrega, ya que  de su calidad dependerá en buena medida el vigor de todos los demás vínculos familiares, los cuales se irán abordando mes a mes desde esta sección.

HACIA UNA PASTORAL FAMILIAR DE LOS VINCULOS

Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.Jesús también fue invitado con sus discípulos.Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo:“No tienen vino”…Su madre dijo a los sirvientes :“Hagan todo lo que él les diga”… El encargadollamó al esposo y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento …” (Juan 2, 1-10).

La última Junta Nacional de Pastoral Familiar que nos reunió en abril de este año, giró en torno del lema: “Cuidar en familia la vida y el amor, la mejor tarea”.

Nos preguntamos entonces y lo volvemos a hacer hoy ¿Cómo cuidar la “perla fina” (Mt 13, 45-46) de esos dos valores,  sino a través del cultivo delicado de vínculos personales significativos y duraderos, que atraviesen las contingencias gozosas y adversas que nos depara la vida?

Vamos percibiendo cada vez con mayor certidumbre la necesidad y la riqueza de promover una pastoral familiar centrada en los  vínculos, precisamente porque allí se aloja el “tesoro escondido” (Mt 13, 44) que más busca el corazón humano, consciente o inconscientemente.

Sin embargo, sería ilusorio desconocer cómo cuesta hallar ese tesoro de los vínculos genuinos y profundos en medio de una cultura muchas veces despersonalizante que busca acallar ese hondo deseo del corazón para reemplazarlo por una mirada utilitaria que privilegia los encuentros superficiales y fugaces, que piden rápida gratificación y que responden tantas veces a la lógica del mundo del consumo, que se extiende desde las cosas –que se usan y descartan- a las relaciones personales.

Pero nos alienta saber que también late en esa realidad, con la fuerza irresistible de lo auténtico, la cultura del don, que hunde sus raíces en la verdad más profunda del ser humano: hemos recibido gratuitamente la existencia y somos sostenidos gratuitamente en la vida y el amor personal.

Y esto que vale para todas las relaciones humanas y familiares, tiene una modulación especial para el vínculo de amor esponsal entre varón y mujer, sobre el que reflexionaremos en esta ocasión. Es que intuimos que de su calidad dependerá en buena medida el vigor de todos los demás vínculos familiares a las que nos referiremos en futuras oportunidades.

“La Pastoral Matrimonial está llamada a ser una pastoral del vínculo porque es precisamente en él y a partir de él donde Dios manifiesta su presencia y comunica su gracia a los esposos. Lo más humano es sacramento de lo divino” (CEA, Aportes para la Pastoral Familiar de la Iglesia en la Argentina, nº 67, “Una pastoral del vínculo”).

Qué bueno es empeñar nuestras energías y entusiasmos al servicio del cuidado y la promoción del vínculo amoroso entre los esposos y los futuros esposos. Mostrar, con la fuerza insuperable del Evangelio, la verdad, la bondad y la belleza que encierra el amor esponsal. Un amor sufrido y gozoso, a la vez, que se nutre de eros y ágape, que respeta la autonomía personal de cada uno pero que se hace pleno y fecundo cuando se integra en el vínculo relacional de recíproca donación.

Cómo necesitamos todos tomar conciencia de la bendición que entraña el matrimonio y la familia. Sí, necesitamos volver a confiar, y la vida matrimonial debiera ser un puerto seguro de confianza y amor, donde cada uno se experimente a sí mismo y al otro como don, como regalo. Cierto es que el desgaste de la vida cotidiana y esa cultura utilitarista distorsionan frecuentemente la experiencia de bendición, pero una y otra vez debemos descubrir y valorar la belleza del vínculo amoroso.

Sabemos que “bendición” es la vida en estado de abundancia y que detrás de ella siempre está la presencia del Señor. “Bendición” entonces es nuestro vínculo como varón y mujer que, a pesar de sus deficiencias y heridas,  está garantizado por Aquél que nos regala el vino jubiloso de su amor incondicional.

Que María nos enseñe a recrear en nuestras propias vidas y en la de tantos hermanos nuestros la belleza y la alegría de aquéllas bodas en Caná de Galilea.15 de Agosto de 2011. Asunción de Nuestra Señora.Secretariado Nacional para la Familia.

15 de Agosto de 2011. Asunción de Nuestra Señora.

Secretariado Nacional para la Familia.