“La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para los creyentes. Pero sobre todo es un “tiempo de gracia” (2 Co 6, 2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: “Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero” (1 Jn 4, 19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos…“ (Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2015).
Este mensaje que es tan propio del tiempo de Cuaresma, podemos aplicarlo perfectamente a la Familia. Asumiendo con realismo la crisis que atraviesa el matrimonio y la familia, desde lo material hasta lo afectivo, cultural y espiritual, creemos poder decir con confianza “desde la mirada fija en Jesús y su Evangelio” (Relatio Synodi, n° 12) que “…este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación” (2 Co 6, 3).
Nos parece importante enfatizar que ¡este es nuestro tiempo!, el que Dios nos viene dando, ¡no otro, pasado o futuro!, para vivir nuestra propia realidad familiar y para acompañar como servidores de esta pastoral a todas las familias “con sus alegrías, sus fatigas y sus esperanzas” (RS n° 1).
Nos alegra mucho lo que está sucediendo en la Iglesia y esto nos compromete a estar cerca del Papa Francisco, de los Obispos y de todos los que forman parte del Pueblo de Dios, con nuestra oración, como él siempre lo pide. Con el testimonio de vivir con alegría la belleza del amor conyugal y de la familia –núcleo vital de la sociedad y de la Iglesia-, y también contribuyendo a la reflexión y discernimiento sobre la situación actual de las familias, en sus gozos y esperanzas, sus tristezas y angustias.
Nos entusiasma ver como el Santo Padre escucha a todos, cómo nos anima a ser dóciles al Espíritu Santo, y con qué fuerza nos impulsa para que seamos una Iglesia misionera. Sentimos que todo esto nos invita a una profunda renovación para ser instrumentos dóciles del Evangelio de la vida y del amor.
Secretariado Nacional Para la Familia