Abrimos esta nueva sección que iremos renovando mes  a mes con material que quiere ser invitación a orar, en comunión, a partir de la Palabra de Dios.

Este primer texto nos invita a poner en oración y reflexionar sobre cómo estamos preparados como continentes para recibir el Vino nuevo de su Espíritu.

Por debajo de la reflexión en línea podrán descargarla en pdf para compartirla en sus comunidades

Evangelio según San Lucas 5,33-39.

Luego le dijeron: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben». Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar».  Les hizo además esta comparación: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.  Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más. ¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor».

En el Evangelio de este primer viernes Jesús es advertido de que los discípulos de Juan y los de los fariseos cumplen con la prescripción del ayuno mientras que los suyos no. El Señor responde proponiendo una conversión profunda, que no se basa en “cumplir” normas o rituales sino en dejarse llenar por el Vino Nuevo de su Espíritu, para lo cual es necesario que, con la ayuda de su gracia, transformemos nuestros viejos  recipientes –nuestra naturaleza que tiende al pecado, nuestro interior que suele ser perezoso, egoísta– a fin de que ese Vino no se eche a perder, no malogre su sabor ni se escape por los agujeros.

El Vino es fuente de alegría, es una bebida que se comparte en las celebraciones y también signo de la entrega de Jesús en la Cruz por nuestra salvación. Frente a esto podemos preguntarnos ¿Cómo está mi “odre”? ¿Qué hay de “viejo” en él? ¿Está preparado para recibir el Vino Nuevo?

En oración, podemos poner a los pies de Jesús todo lo viejo que descubrimos en nosotros y hace aguado el Vino del Espíritu: vivir centrados en nosotros mismos y en nuestros problemas, ambigüedad, pesimismo, rivalidad, envidia, críticas, celos, queja constante…También le podemos ofrecer nuestra “agua” o nuestros “sabores amargos” que modifican el gusto a su Vino: ambigüedades, fe débil, miedos, dudas, desconfianza…Le podemos pedir, asimismo, que con su gracia cubra los “agujeros” por donde se escapa el vino nuevo: intolerancia, falta de apertura a los otros, poca disposición para escuchar, recibir, comprender, falta de comunión con los hermanos de camino y/o con los pastores de mi comunidad y de la Iglesia.

Finalmente, con un corazón agradecido, podemos bendecir al Señor que nos da generosamente su Espíritu Santo para alegrarnos el corazón, unificarnos interiormente, revelarnos los misterios trinitarios, darnos luz para comprender su mensaje, pistas para discernir el camino, dones para construir la comunidad y un impulso evangelizador y misionero para llevar el mensaje del Evangelio hasta los confines de la tierra.

¡Bendito seas, mi Señor por el Vino Nuevo de tu Espíritu derramado en mi corazón, en el de mi comunidad y en la Iglesia toda!  ¡Bendito por la invitación a transformarme en un odre nuevo para poder recibirlo y por darme tu gracia que repara mi interior!  ¡Bendito por regalarme la  alegría y por todos los dones que me das para servirte y anunciarte!

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